En el centro de su planteamiento se encuentra, sin duda, la cuestión de los derechos de las mujeres y de su papel dentro de las sociedades modernas. Gracias a la educación que había recibido, Louisa era una feminista decidida, y durante toda su vida defendió la causa de las sufragistas (movimiento que reclamaba el derecho al voto para las mujeres). Su propia biografía refleja la importancia que tenían estas ideas para ella, ya que decidió no casarse y se propuso desde la adolescencia conseguir la independencia económica. Eso explica que los personajes del libro nos resulten tan modernos. A diferencia de lo que sucedía con las protagonistas de la mayoría de las novelas de entonces, Jo y sus hermanas no tienen como único objetivo en la vida el de casarse y replicar los roles femeninos tradicionales. Cada una busca su propio camino, que a menudo se aparta de lo que se esperaba de una mujer en la segunda mitad del siglo XIX.
Algunas adaptaciones recientes de la obra, como la película dirigida por Greta Gerwig en 2019, subrayan esta perspectiva de género. Pero la novela original es mucho más que un alegato en defensa de la igualdad de las mujeres, ya que aborda toda la complejidad de los cambios que afrontan los adolescentes de ambos sexos en su transición hacia la edad adulta.
La primera novela juvenil «para chicas»
En la segunda mitad del siglo XXI no existía una distinción clara entre literatura juvenil y literatura para adultos, pero algunos autores se habían especializado en escribir historias de aventuras que gustaban mucho a los adolescentes. El problema era que estas novelas estaban siempre protagonizadas por personajes masculinos. Los personajes femeninos no tenían entidad propia, y todo su mundo giraba siempre alrededor del amor. Thomas Nile comprendió que había un espacio editorial para publicar otro tipo de historias, más orientadas hacia las chicas, y que reflejaran sus intereses y preocupaciones reales. Le pareció que Louisa May Alcott era la persona adecuada para desarrollar el proyecto, y acertó. Aunque se trataba de una novela para público de todas las edades, desde el principio gozó de gran popularidad entre las lectoras adolescentes. Era la primera vez que una novela se centraba en las vivencias de las chicas de esa edad sin adoptar un tono aleccionador y moralista, utilizando el humor y la sinceridad para retratar a unas jóvenes muy alejadas de los estereotipos femeninos de la época. El éxito fue arrollador, y abrió el camino para que muchos otros escritores publicaran obras dirigidas a ese mismo público.
Personajes que van contra las normas
También resultaba chocante e innovador para la época el hecho de que las muchachas trabajasen y valorasen su independencia, la relación de igualdad que establecen con su empleada doméstica, su desprecio de la riqueza y su interés por las causas sociales. Hay que tener en cuenta que, en el siglo xix, la inmensa mayoría de las mujeres veía el matrimonio como una forma de asegurarse el futuro, y ni siquiera se planteaba otras alternativas.
Otro aspecto en el que los personajes de este libro chocan con las costumbres de la clase media de la época son sus inclinaciones artísticas: Meg tiene talento para el teatro, Jo para la literatura, Amy para la pintura y Beth para la música. En su familia, a pesar de los problemas económicos, siempre se alientan estas aptitudes, y constituyen una parte muy importante de las preocupaciones de cada una de las hermanas. Algunos de los momentos más emocionantes de la obra están ligados a ellas: por ejemplo, cuando el señor Laurence invita a Beth a tocar su gran piano, o cuando Jo publica en un periódico su primera historia.
¿Por qué es Mujercitas una novela revolucionaria?
A los lectores actuales no nos sorprenden demasiado las actitudes y comportamientos de las protagonistas de la novela, pero, para la época en que se publicó el libro, eran personajes absolutamente rompedores. La naturalidad con la que Jo asume sus gustos «masculinos», por ejemplo, la convierte en un personaje único en la historia de la literatura. Igual de revolucionaria resulta la «feminidad» de Teddy, el principal personaje masculino. Lejos de presentarla como un defecto, la voz narrativa ensalza este rasgo y lo pone en valor. Está claro que Louisa May Alcott era capaz de romper todos los estereotipos de género para crear personajes creíbles, alejados de los modelos de feminidad abnegada y masculinidad agresiva.
Otra decisión revolucionaria a la hora de escribir el libro fue la de rehuir la historia de amor tópica (que habría sido el romance entre Jo y Teddy) para poner el foco del argumento en otros aspectos de la evolución de los personajes. En la segunda parte, Teddy le pide a Jo que se case con él, pero ella lo rechaza. Es su amigo, y valora esa relación tal y como la vive, sin desear convertirla en otra cosa. Con el tiempo, Jo se enamorará de otro personaje masculino muy poco convencional, que se caracteriza por su actitud «maternal» hacia los niños y su forma humanista y desenfadada de entender la educación.
(Texto de la introducción y apéndice de Ana Alonso para la edición de Mujercitas en la colección Clásicos a Medida).