Paradójicamente, en la propia novela se afirma que Dorian Gray fue «envenenado por un libro», y que debido a su influencia emprendió el camino de la degradación moral. (...) En todo caso, se puede hacer una lectura completamente distinta de Dorian Gray e interpretar la historia como una fábula moral en la que el protagonista es finalmente castigado por sus excesos. Lo que está claro es que la intención de Wilde no era aleccionadora ni moralizante, y que, más que adoctrinar a sus contemporáneos sobre los peligros del pecado, concibió El retrato de Dorian Gray como un estudio psicológico de un individuo que se deja arrastrar hacia la degradación del espíritu.
El retrato de Dorian Gray es una fábula simbólica sobre el problema del mal en el ser humano. La interpretación escandalosa que se hizo en la novela tuvo mucho que ver con los «delitos» que el público atribuía a Dorian, relacionados con su orientación supuestamente homosexual (hay que recordar que en la Inglaterra victoriana la homosexualidad estaba prohibida, y que el propio Wilde fue encarcelado más tarde por esa causa). Sin embargo, lo cierto es que en la novela nunca quedan demasiado claros cuáles son los crímenes de Dorian (hasta que comete un crimen real). Oscar Wilde afirmaba que cada lector identificaba los pecados de Dorian Gray con los suyos, y que por eso producía en muchas personas un gran rechazo e incomodidad.
Lo cierto es que Dorian Gray se ha convertido en un mito literario, en un arquetipo que todo el mundo asocia con la hipocresía moral y el narcisismo. Dorian Gray, el joven que se enamora de su propia belleza y juventud y que lo sacrifica todo para conservarla, aparece de este modo emparentado con el mito de Fausto, creado por el escritor alemán Goethe. La diferencia es que el personaje de Goethe vende directamente su alma al diablo a cambio del amor. Dorian Gray, en cambio, no realiza ningún pacto deliberado con las fuerzas del mal. Es más bien su debilidad la que le lleva a aceptar que su retrato cargue con todos los signos visibles de sus pecados. Además, Dorian Gray no persigue el amor, sino el conocimiento de todas las experiencias posibles para un ser humano. Son la curiosidad intelectual y su búsqueda de la belleza las que le conducen por el camino de la degradación. Por eso, más de un siglo después, Dorian Gray sigue simbolizando el orgullo intelectual y artístico, el individualismo extremo y el narcisismo. También se asocia al personaje a la impunidad del criminal que sale indemne de todos sus delitos gracias a su encanto personal y a su posición social (aunque en la novela, al final recibe su castigo).
(Textro extraído de la introducción de Ana Alonso para la edición de El retrato de Dorian Gray en la colección Clásicos a Medida).